sábado, 6 de junio de 2009

Río Portoviejo con alta contaminación

Una investigación determinó la presencia de bacterias coliformes fecales y escherichiacoli, por lo que las aguas no son aptas ni para bañarse.

El río Portoviejo, el principal recurso hídrico que da vida a la región central de Manabí, agoniza por el alto índice de contaminación. Desde su nacimiento, en la presa Poza Honda, hasta su desembocadura, en el Pacífico, los pesticidas, desechos animales y otras descargas clandestinas van a dar al cauce sin ningún control.
La cuenca del río comprende 132 km y sus aguas atraviesan los cantones Santa Ana, Portoviejo y Rocafuerte. Son nueve zonas manabitas las que se abastecen del afluente, indica Antonio Ríos, gerente de la fundación Río Portoviejo. Detalla que cerca de 700.000 personas se benefician, tanto en la agricultura, en el uso doméstico, recreación y otros campos. “Las agresiones al río se inician desde Santa Ana, donde los agricultores lavan el café y otros productos en las orillas. Luego en Portoviejo encontramos las descargas de aguas negras desde las lagunas de oxidación, en Picoazá”, afirma el directivo. A eso se agrega el hecho de que decenas de familias han conectado sus tuberías de aguas negras a colectores pluviales. Esto se observa en los sectores del hospital Verdi Cevallos y puente San José, en la capital manabita. “Esto contamina mucho más porque los desechos no reciben tratamiento alguno”, dijo. Una toma de muestras realizada por personal de la fundación, en varios tramos del río, determinó la presencia de coliformes fecales y escherichiacoli, en gran escala, y en menor grado, salmonelosis. Por eso se concluyó que las aguas del afluente “no son aptas ni para uso recreativo de bañistas”. En Picoazá los habitantes de las orillas del río utilizan estas aguas para bañarse, lavar su ropa y hasta para beber. John Suárez, presidente del comité Andrej Krizma, de esa parroquia, señaló que la contaminación en ese lugar viene desde hace 15 años. Son cerca de cien las familias que viven en ambas márgenes, quienes pese a saber el peligro que corren por usar las aguas, lo hacen ante la falta del elemento en la parroquia. Eduardo Palma y José Molina, dos pequeños que estaban cerca del cauce, confirmaron lo dicho por Suárez y añadieron que “los tanqueros vienen todas las tardes para aprovisionarse”. La gente asegura que los culpables somos todos los que vivimos en esta ciudad, ya que nadie colabora.

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